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lunes, 23 de mayo de 2011

Mi bautismo aéreo en la Sierra de Madrid

Juan, uno de nuestros alumnos, ahora ya piloto, nos cuenta su primera experiencia en el aire, en un ultraligero


Juan a los mandos de una de nuestras Tecnams


Mi bautismo de vuelo fue un poco peculiar. Un amigo y yo habíamos hablado que queríamos hacer el curso de piloto de ultraligero. A ambos nos encanta todo lo relacionado con la aviación y queríamos aprender a volar, simplemente por el placer de hacerlo. El carnet de piloto privado era demasiado caro, pero hacerse piloto de ultraligero era (y es) mucho más asequible.

Después de ir a distintos aeródromos preguntando precios, tipos de pistas etc., evaluamos los pros y los contras y decidimos apuntarnos a Loring.

Quedamos un día entre semana y nos fuimos para allá a apuntarnos. Hablamos con Rafa, el instructor, que nos inscribió dentro de su fichero de alumnos.

De pronto Rafa (el instructor) dijo: ¿Quién es el primero? Nos miramos los dos con cara de no saber nada, y en vista de que dudábamos me cogió Rafa por banda y cuando me quise dar cuenta estaba sentado en la cabina con el cinturón abrochado, la cabina cerrada y asegurada, siguiendo las instrucciones de la cartilla de comprobación. Nos pusimos en posición de despegue, despegamos y cuando me quise dar cuenta estaba volando, con la palanca en una mano, los gases en la otra y recibiendo broncas del instructor (Ay, la bola). Dimos un par de vueltas alrededor del aeródromo y aterrizamos.

Mi bautismo de vuelo fue tan 'peculiar' que realmente no me acuerdo muy bien, sólo las sensaciones: primero sorpresa (no esperábamos volar ese día), luego un poco de miedo al despegar, una alegría y una paz tremenda amenizada por los regaños del instructor y un poco más de miedo al aterrizaje. ¡Ah, se me olvidaba! ¡¡¡Una sonrisa de oreja a oreja cuando bajé del avión!!!

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